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Writer's pictureAlex Mauricio C. L.

La risa como remedio infalible. Sobre la novela "Terapia", de David Lodge. Literatura británica contemporánea.


literatura británica contemporánea

Desde siempre he sido un perseguidor del buen humor. No solo porque disfruto poder reírme de la vida, teniendo en cuenta que ella se ríe constantemente de mí cuando me pone en situaciones incómodas, cuando no apremiantes. No solo por eso, sino que sirve de combustible para mi propia escritura.


Y no es fácil, para nada fácil, encontrar buen humor natural y no ramplón en las audiovisuales y sobre todo en la literatura, es más, diría que en la literatura es difícil encontrar humor, particularmente si nos referimos a la literatura colombiana.  Lo hay, por fortuna, pero no es numeroso.


Cuando digo que soy un perseguidor, no quiere decir que solo busque leer este tipo de contenido, pero digamos que lo disfruto sobremanera, y de una forma muy distinta, a como podría regocijarme con una obra maestra de la literatura.


Ahora aterrizaré en la novela que concitó la introducción, lleva por título Terapia (1995), Anagrama (2004), del escritor británico David Lodge (Londres, 1935). Tengo conocimientos previos de la obra de Lodge en su fantástica Mi vida en sordina (2008), La caída del Museo Británico (2000) y El arte de la ficción (1999). Los tres primeros títulos, novelas; el último, crítica literaria.


Es inevitable hablar de humor cuando se abordan las novelas de David Lodge, porque de ellas, de las que he leído y de algunas más de las que poseo referencias, muy pocas llegan sin su carga de hilaridad. Sin mencionar que vienen con la denominación de origen del humor británico que es tan capaz de ser irónico y agudo, como de reírse sin concesiones de las gracias y las desgracias del ser humano y sus instituciones más preciadas, como la familia o la religión o la escuela y la universidad o el matrimonio. He de decir que lo hace sin chabacanería, pero directo.  



literatura británica contemporánea
Tapa de la edición de Anagrama


De qué va la novela


Terapia es la historia de Lawrence Passmore, un exitoso escritor de guiones para televisión (Sitcoms, para ser más precisos) llegando casi a sus sesentenas con la vida económica resuelta: caserón en las afueras de Londres, membresía en el country club, un matrimonio feliz, auto de lujo, hijos profesionales y una amante platónica con la que se reúne semanalmente en un apartamento del que dispone ubicado en un populoso sector de la capital.  Sin embargo, Passmore no es feliz, pasa por una crisis existencial que hace que su vida sea una desgracia para él y casi para todos los que le rodean. Debido a ello, trata de encontrar la respuesta a su angustia por medio de una terapia psicológica, una terapeuta china y un fisioterapeuta que le trata un dolor en la rodilla, con el que lidia hace meses sin encontrar una solución, ni siquiera por medio de una cirugía que le hizo un experto en ortopedia.


La obra está narrada en primera persona en la voz de Lawrence Passmore, mediante el recurso de un diario. Un querido diario tardío, pues lo comenzó como parte de su tratamiento y a petición de su analista. El diario como medio de narración de la voz en primera, o el narrador personaje, no es novedoso, sin embargo, debo decir que lo que sí me pareció interesante, es que no solo en la primera parte se cuenta desde el punto de vista de Passmore, sino que en la segunda se narra desde la perspectiva de varios de los personajes que hacen parte del presente del protagonista, como: su mujer, su agente literario, el entrenador de tenis de su mujer, su amante platónica, entre otros. Lo singular de estos narradores en primera persona, es que son un desdoblamiento de Passmore, quien como tarea terapéutica escribe desde el punto de vista de ellos, con el fin de vislumbrar cómo es percibido por las otras personas desde la perspectiva de sí mismo. El resultado final es un caleidoscopio imperfecto o una imagen parcializada en 360º de él mismo. Es decir, la voz de los otros personajes proviene del mismo Lawrence Passmore quien se los imagina escribiendo de él. De eso nos damos cuenta ya en la tercera parte, cuando el protagonismo de la voz regresa a su personaje principal.


La novela no tiene una escritura preciosista, tal y como es la moda hoy en día, pero está bien escrita, lo que más destaco es la descripción de los personajes, que se hace de manera precisa, efectiva y bien lograda, se ayuda mucho de la comparación con figuras y personajes de la cultura popular, es un recurso interesante para que quienes leemos le otorguemos cuerpo a los caracteres.


¿Y el fondo de la novela?


Lawrence Passmore o Michelines, como es llamado por su sobrepeso, tiene algo de ese eterno y neurótico personaje de las comedias de Woody Allen, está sufriendo la vida sin conocer el origen de esa angustia que lo convierte en un ser centrado en sí mismo, egoísta e indiferente a los problemas de los demás, que incluso lo hace ciego a una crisis matrimonial en ciernes. En un momento de la historia se conecta accidentalmente con la doctrina de Søren Kierkegaard, el teólogo y filósofo danés con el que el personaje se obsesiona, pues siente que el recorrido vital del filósofo se conecta con la angustia que él sufre en el presente. La teología, derivada a lo religioso, es uno de los temas recurrentes de Lodge, quien fue hijo de una pareja católica (aunque él ya no se sienta como tal, se considera «un católico agnóstico»), de allí que se plazca en mostrar las contradicciones y los galimatías en los que se ven inmersos los creyentes católicos en esa constante lucha entre sus principios morales y las tentaciones del mundo.


Todo lo anterior es la sopa nutricia para escribir una novela humorísticamente aguda, pero que para nada oculta el drama de los personajes, en este caso de Passmore, pues más allá de las sonrisas que nos pueda producir lo que le sucede por la manera como es narrada la historia, detrás de eso vemos el drama de alguien que no encaja en la realidad que le rodea, es decir, existe una identificación entre lector y personaje por su desgracia vital y sus pequeñas victorias.


Es mérito del autor, por supuesto, que la novela no se quede en la carcajada fácil, el que la tragedia y el drama no permanezcan enmascarados por el humor, como podría pasar en algún monólogo de stand up comedy o como podría suceder, por ejemplo, en alguna obra de teatro de la compañía El Águila Descalza, de Medellín, y otras similares, en las que por serios que sean los temas que se tratan, el público pierde la capacidad de análisis cuando queda encarcelado en la jaula de las carcajadas ¿esto está mal? Eventualmente no.


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El autor


Como lo mencioné antes, está bien reírse de la vida, de nuestras propias tragedias, pues ello hace que nos demos cuenta de que lo que nos sucede no es exclusivo, que alguien en alguna parte del mundo sin importar raza, nacionalidad, estrato socioeconómico o idioma, es susceptible de padecer lo mismo que nosotros. No, no está mal ocasionalmente enmascarar las tragedias cotidianas con humor. Pero, en mi sentir particular, al final el humor no puede perder su capacidad crítica de suscitar en quien lo consume una reflexión frente a sí mismo y lo que le rodea, una reflexión que incluso puede ser superficial, pero al fin al cabo reflexión. Por ejemplo, más allá de la literatura, humor y la ironía, esta novela es una invitación a pensar en temas tan serios como la salud mental y en cómo podemos convivir con las personas que padecen algún tipo de trastorno psicológico.

 

El humor es la digestión de la condición humana

 

En mi juventud fui lector eventual de la famosa revista Reader's Digest, edición en castellano, la longeva revista tenía, no lo olvido, una sección que se denominaba «La risa remedio infalible», lo es, la risa es esa clase de terapia o de remedio. Era una de las secciones que primero leía con sus chistes blancos, unas veces hilarantes; otras no tanto y, en veces, con chistes realmente malos. Como lo mencioné al principio, soy un perseguidor del humor, desde chico lo comencé a hacer, solo que apenas me doy cuenta. La risa es un gran medicamento contra las penas, es importante reírse, ir más allá de las circunstancias de la vida, de ese rictus adusto con que a veces nos mira, o más allá de la compasión que le podamos producir a la calavera del destino (¿existe el destino?).


Terapia, esta obra de la literatura británica contemporánea, es una novela que invita a mirar las miserias personales con esa misma compasión que solo puede producir el buen humor.  Es una novela de personajes, en la que es imposible no mirar con afecto las desgracias de Michelines, pero también sus momentos de redención. Y, sobre todo, cómo el personaje sabe reírse de sí mismo.  Tal vez Lawrence Passmore entiende que es mejor reírse primero de él, antes de que lo hagan los otros, antes de que la burla del otro le pueda hacer daño.


No acostumbro a hacer resúmenes del argumento de las novelas, para eso está la Internet, solo cuento lo necesario para la comprensión de la reseña del libro, sin embargo, puedo decir, en este caso, que Terapia tiene un final feliz. Así que, quien guste de este tipo de literatura encontrará en esta obra la oportunidad de pasar un buen rato, pero también de producir, para sí, consideraciones acerca de la fragilidad de la condición humana.


(2024)

literatura británica contemporánea

 

 

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