Un bestiario caleño y marginal (Acerca de "Tropikal monster" (2024), de Jenny Valencia Alzate [Malicia Enjudia])Literatura colombiana contemporánea.
- Alex Mauricio C. L.

- Jul 24
- 7 min read
Updated: Sep 18

La forma en la que me llega la literatura de ahora obedece principalmente a mis propias exploraciones: Entrevistas que se le hacen a creadores contemporáneos que a su vez aconsejan otras escrituras, asistencia a conferencias literarias en ferias del libro. Recomendaciones que me hacen amigas o colegas. También he explorado las bibliotecas digitales de la Biblioteca Pública Piloto de Medellín o la Biblioteca Digital de Bogotá, que contienen gran material. He tenido predilección, sobre todo, por conseguir información sobre nueva cuentística «universal» contemporánea, género tan respetado como la poesía, pero tan poco editado en la literatura comercial. Me parece tremendamente importante saber de qué y cómo se está escribiendo en este género tan vital para los talleres literarios y para los escritores aprendices como yo. Otras veces, las más escasas, los libros me llegan por accidente. Como es el caso de este libro que vamos a comentar, pues lo recibí en diciembre del año pasado (2024) en un evento literario promovido por Diana Orduz y su vivacidad activista cultural, en Sogamoso, Boyacá. Aquella noche se leyó poesía, también se cantó y se bailó, pero yo participé solo en una.
Allí en el evento conocí, es una manera de decirlo porque solo crucé unas cuantas palabras con ella, a Jenny Valencia Alzate (1984) (aka Malicia Enjundia, para este evento en particular). Pero más importante, conocí y pude leer su libro de cuentos Tropikal Monster. Ambidiestro Taller Editorial. (2024). «Obra ganadora de la Convocatoria de Estímulos para la publicación de obra literaria de autores y autoras noveles y no noveles 2024 de la Secretaría de Cultura de Santiago de Cali, en la categoría artes literarias y editoriales» (el nombre de esta categoría premiada es tan largo como un micro relato y solo tiene una coma).
La autora tiene en su haber varias obras publicadas y ha recibido también premios literarios en diversos géneros, pero principalmente en cuento. Se dedica también a algo que se denomina spoken word, que es un arte representativo en donde la palabra hablada e interpretada en un escenario, comunica más que la palabra leída. Luego estas personas se reúnen en una competencia poética expresiva y amistosa denominada Slam poético. Allí, con sus poemas y su palabra evocadora y emotiva, intentan ganar «el corazón» y la emoción de un jurado y un público. Ahí les cuento, para los que no sabían que tal evento existía.
Vamos al libro
Tropikal Monster es una colección de 8 cuentos que conforman un volumen de 62 páginas, ilustrados muy para la ocasión en la técnica de collage, al comienzo de cada texto, por parte de la autora (su alias de Malicia Enjundia), Paul Alvarado y el stencil de Eduardo Garcés.
Refería Jenny Valencia, que el título del libro, así como su universo temático, fueron inspirados por lo que en su momento se denominó el Gótico Tropical, una corriente cinematográfica caleña promovida por el grupo de Cali —Luis Ospina, Carlos Mayolo, Andrés Caicedo, Hernando Guerrero, Ramiro Arbeláez— en lo que así mismo pretendía ser una derivación o adaptación cultural de la fantasía gótica surgida a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX en Inglaterra.

El libro evidentemente se enmarca dentro de lo que podemos denominar literatura fantástica, sin embargo, es una fantasía que flota sobre una realidad, que para los cuentos es dura y concreta o dura como el concreto. Básicamente, del rincón más súbito, surge una criatura o una persona, que podrías ser tú, o yo, se metamorfosea en otro ser, sin perder de vista su hábitat. Y si nos ponemos a ver, somos animalidad pura y racional o, para contarlo de otra manera, para este compendio de cuentos es como si todos tuviéramos otra categoría de ser dentro de nosotros, uno que no siempre es bueno.
Normalmente los cuentos del libro comienzan en un nivel de realidad fáctico, sin embargo, se van destejiendo con naturalidad de esa realidad sin abandonarla. Esto es interesante, entendiendo que ambos mundos se mezclan, pero a su vez se respetan en su condición. La fantasía, desde el punto de vista literario no es mi mayor búsqueda, ni como escritura ( he hecho dos o tres intentos de cuento, por lo menos dos de ellos han funcionado adecuadamente) ni como lectura (salvo la ciencia ficción) pero más allá de eso, sé valorar cuando alguien lo se hace bien.
Los ambientes en los que se desarrollan las historias están muy conectadas con lo barrial, lo cotidiano o, mínimamente, lo marginal. De hecho la mayoría de ellos relatan dilemas y conflictos sociales como el aborto, la pederastia, el acoso escolar. Predomina el narrador en tercera persona y sólo dos de los cuentos ( «El presagio» y «La kasa») son narrados en primera.
¿Cómo está escrito?( pero antes, una explicación que nadie me he pedido)
El lenguaje literario ha sufrido transformaciones a lo largo de los años si, por ejemplo, lo comparamos con la literatura del siglo XX, y no hablo de corrientes literarias, eso ameritaría un ensayo y no tengo tiempo ni ánimos para eso. Es importante decir que este lenguaje tiene sus maneras que lo distinguen del lenguaje periodístico o académico, por nombrar a dos. Su función no es solo comunicar, es crear belleza, producir emociones y conectar con un sentido de profundidad significativa, de allí que su uso estético va más allá de lo que se está contando. Es decir, también es muy importante el cómo se hace.
Tantos años de lectura de diferentes épocas me han hecho darme cuenta que este lenguaje se ha ido simplificando desde el punto de vista estético. Y se me ocurren varias causas: no tenemos el mismo dominio del idioma que los escritores que nacieron antes de la segunda mitad del siglo XX, otra, que con la irrupción de las audiovisuales, lo visual ha hecho innecesario, por ejemplo, que se extiendan las descripciones arquitectónicas, espaciales o de procedimientos y funcionamiento de las «cosas» , sobre todo estas dos (recuerdo alguna vez que leí un cuento en donde el mundo de la pesca náutica y las cañas de pescar era muy importante, y el autor se regodeaba en la extensión de una pagina explicando de manera técnica cómo un personaje realizaba todo el montaje de sus aperos para la tarea, algo que ahora quizás sería insufrible de leer, pero que a su vez nos haría entender cuánto dominio tenía el autor de este universo náutico, es decir, que no era un contador público alardeando de sus conocimiento sobre ingeniería aeroespacial cuando nunca le cuadran las conciliaciones bancarias).
Otra de las causas de este «empobrecimiento» del lenguaje es quizás la premura a la que nos ha llevado el mundo digital con sus comunicaciones inmediatas, en donde no se puede perder tiempo en lo innecesario, pasamos de la carta escrita en caligrafía al telegrama, al correo electrónico y al mensaje de texto o de aplicaciones de mensajería y, por si no fuera suficiente, a la nota de voz, para no perder tiempo escribiendo, (escaqueándose de cualquier capacidad de síntesis escrita para mandar sermones larguísimo por WhatsApp [o peor, para responder un simple sí], me incluyo aquí no lo voy a negar). Otra, que nos hemos vuelto más perezosos para leer y nos concentramos sobre todo en la historia o anécdota, y en qué va a pasar después, que en el componente estético del artefacto literario, debo agregar que esto último puede estar conectado a los requerimientos comerciales de las editoriales que exigen material más básico y rápido para la gran masa. Y finalmente, pues las corrientes literarias han cambiando haciendo con ello que quizás el lenguaje profuso de otras épocas haya ido librándose de «sobras expresivas».
En medio de tantas lecturas poco más que desérticas de buen lenguaje literario, dentro de las que se incluyen las de algunas vacas sagradas vivas de la literatura colombiana, y perdón por lo de sagradas, me complace mucho encontrarme con que hay autoras, como es el caso de Jenny Valencia Alzate, que intenta dotar su escritura de eso que llamo estética o belleza. Hay ambientación, interés en la búsqueda expresiva del lenguaje, hay sentido de la metáfora y, con ello, vuelo poético.

Evidentemente, el lenguaje por sí mismo no es lo único que hace bueno a un libro, están los otros ingredientes que se mencionaron antes, como el punto de vista narrativo, la construcción de personajes, las historias y conflictos, el fondo de esas mismas historias, entre otros.
Existe en este libro una predominancia de los finales efectistas y mayormente cerrados. Es un recurso reiterado, pero debo decir que para la obra funciona sin problema, entendiendo que igual se conserva la sorpresa. Los cuentos en general son muy breves, de no más de dos a cuatro páginas pero, a pesar de su extensión, hay una preocupación por el fondo de las historias, ellas no están construidas pensando solo en la parafernalia del efectismo o el componente fantasioso, todas bucean más o menos en los conflictos sociales, familiares y personales, es decir los argumentos y su fondo no carecen de interés. El único cuento que se aleja de esta formula afectada y que logra un cabal desarrollo y profundidad es «El presagio», más extenso que los otros, se toma mayor tiempo para cocinar el argumento, logrando un mejor manejo del fondo, intimista a todas luces. Aquí el efecto del final pasa a ser un recurso secundario en el que no se descarga todo el peso de los acontecimientos. Este cuento es el mejor logrado de todo el libro.
Palabras finales
Recomiendo leer esta obra de literatura independiente, lejana al centralismo y cercana a la periferia creativa que tiene su propia agenda y búsquedas estéticas tan valiosas o más, que las que tienen las grandes editoriales deudoras a un mercado y a uno accionistas implacables y lejanos, parapetados en su Olimpo capitalista, supeditando cualquier consideración artística.
Tropikal Monster, esta obra de la literatura colombiana contemporánea, construye su propio bestiario caleño, en el que se mezclan lo cultural, lo social, lo marginal e íntimo y, más allá, lo político como postura, no como partidismo. Pero también lo misterioso, sin perder de vista la ciudad circundante y tangible. Una fantasía sin duendes ni hadas importados, todo teñido de color local y en una conexión férrea con la realidad.
Hay personas que no soportan la fantasía, prefieren revolcarse en la realidad, aunque sea pantanosa, se sienten más a gusto en ella. Quién soy yo para juzgarlas, pero es que a veces la realidad tangible es tan invasiva, que cercena el menor atisbo de deslumbramiento que podamos guardar dentro. De vez en cuando hay que dejar que lo mágico tome posesión de la realidad, aquello que la ciencia (o lo racional) no sea capaz de explicar. Qué incordio un mundo real como el que tenemos y que mi único deseo sea reproducirlo en los noticieros, o peor, en las noticias falsas (fake news). Que bella tarea la de la literatura, la del arte en general: liberar la magia en un planeta que a veces parece sin esperanza. En este de libro cuentos se logra algo de eso.
Bibliografía web:
Sobre el Gótico Tropical
Sobre el Spoken Word
(2025)









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